
Opinión del diario: Buena.
"Fridas", un complejo proceso de creación.
"Fridas", de Cristina Escofet.
Intérprete: Ana María Casó.
Asistente de dirección: Juan Miguel Riestra.
Dirección general: Escofet-Casó.
El mundo interior de la pintora mexicana Frida Kahlo ha servido de base, en varias oportunidades, para concebir muy diferentes procesos artísticos. El teatro ha sido, tal vez, una de las manifestaciones que más ha buscado retratarlo. Sin duda se trata de un personaje con aristas muy intensas, y esto lo hace muy interesante a la hora de recuperarlo para el escenario.
La autora Cristina Escofet parte en su creación de observar las distintas pinturas de la plástica y desarrolla una dramaturgia en la que se impone su mirada. Las fantasías que nacen a partir de la observación dan vida a una nueva mujer y ella se proyecta en tantas otras.
Por eso en el escenario la actriz Ana María Casó no es Frida. Simplemente es una mujer que se encargará de reconstruir una historia, por momentos aguda, por otros dulce. A veces sumamente triste, quizá patética, siniestra, pero siempre de una fuerza arrolladora. Todos los rostros se hacen presente en la escena.
Estructurado en varias situaciones, de a ratos mínimas, el material dramático expone una calidad singular. Hay en las palabras una intención de homenaje y también de verdad. Aunque a la hora de la puesta el proceso por el que transitan Casó y Escofet no exponga resultados potentes.
El escenario aparece cargado de pequeños espacios rituales, donde abundan los objetos. En cada uno de ellos irá deteniéndose la intérprete a la hora de recrear cada uno de los momentos que indica el texto. A la vez, en tres grandes caballetes depositará el texto que casi continuamente se detendrá a leer.
"Fridas" entonces está a medio camino entre una sesión de teatro leído y una expresión de cámara. Y ese estar en el medio es perjudicial. La actriz no termina de ingresar en los mundos que describe, necesita continuamente recurrir a un objeto para sostenerse y a la vez nada provoca. Es como si sumara tensiones que no la ayudan cuando interpreta y que confunden la atención del espectador.
La vida de Frida Kahlo es sinónimo de despojamiento, aunque sus pinturas expresen lo contrario. En este trabajo se busca complejizar el mundo exterior, el del escenario, y se termina complejizando también el interior de la actriz. De esta manera se pierden valores pequeños, los más necesarios, como la sensibilidad, la magia. Hay demasiado trazo grueso en esa escritura escénica. Es como si no se permitiera actuar y a la vez se actúa demasiado.Y el espectador termina quedándose afuera.
Carlos Pacheco
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