
La lucha de clases y la estigmatización de la pobreza son los ejes centrales de Rescatate, del autor uruguayo Gustavo Bouzas bajo la dirección de Marcelo Roitman. La obra -uno de los espectáculo más vistos en la historia del teatro uruguayo, con 11 años en la cartelera rioplatense- critica la forma en que los medios masivos de comunicación tratan los episodios de asaltos con toma de rehenes, pasando a todos sus protagonistas (víctimas, victimarios y familiares) por una verdadera picadora de carne y poniendo como única estrella al conductor o conductora del Magazine de moda.
Apenas nos acomodamos en la butaca asumimos que somos parte del público en vivo que asiste a esos tediosos e insípidos programas de la tarde. Somos los que tenemos la relevante tarea de aplaudir, reír o colaborar con cualquier otra acción que nos ordene algún productor de TV, de esos que sostiene carteles mientras que de su cara de pocos amigos cuelgan unos auriculares. Somos el público de Lo tengo todo, el show de la popular María Inés: su tendenciosa e inescrupulosa conductora, que por más famosa que sea no es más que un número para el canal.
Al mejor estilo Fantino en su inefable Animales Sueltos, María Inés se da el lujo de entrevistar a Gladys, la madre de uno de los miembros de una banda que hace apenas algunas semanas protagonizó un feroz y trágico episodio delictivo. De a poco los hechos van tomando forma mientras la conductora maneja la entrevista con absoluta parcialidad. Ahí notamos la primera diferencia de clase: la que se da entre la estrella mediática y la humilde mujer de barrio.

La trama nos hace transitar por dos líneas temporales: el presente con la reconstrucción televisiva del hecho y la entrevista; y por el otro lado el pasado, desde el momento en que los tres jóvenes, sin haber delinquido jamás, comienzan a planear el atraco a la agencia de cobros el día de pago a jubilados y el posterior asalto que deriva en toma de rehenes cuando la cosa se complica. Esta dualidad, y más en clave humorística, le da dinamismo a la pieza. Claro que a una situación crítica le falta un elemento inestable como resulta la llegada de los medios y su televisación en vivo. La picadora de carne se ha encendido.
Un aspecto interesante de la obra es que su estructura narrativa nos obliga a ver la primera parte desde una posición burguesa. La percepción que tenemos de los personajes puede que esté contaminada por la impronta repleta de parcialidad que nos propone la periodista que lleva adelante el magazine. Tal vez cobre sentido definitivo el ser espectadores de dicho programa. Pero con el correr de los minutos y el avance de la trama, la balanza empieza a equilibrarse y comenzamos a ver lo que tal vez ese medio de comunicación no quiere o no le conviene que veamos. Comenzamos a ver el todo y ya no las partes, ya sin prejuicios, para darnos cuenta que la realidad no sólo es más compleja sino que además es repugnante. Y la confirmación de que no todo es lo que parece, o lo que nos quieren hacer creer que parece.

La obra puede definirse como una tragi-comedia que en tono de sátira plantea una problemática que no sólo es común en ambos lados del río de la Plata. Su impronta humorística funciona para digerir una realidad donde la televisión no sólo marca agenda, sino también construye e impone un modelo cultural sostenido por prejuicios, creencias y su consecuente elaboración de estereotipos sociales. Una realidad donde el medio saca rédito a través de la banalización y naturalización de la violencia, y donde lo importante no es la víctima o su problemática de fondo, sino la planilla de rating y la llegada de nuevos auspiciantes.
Rescatate nos invita a tener una mirada alternativa de cómo es la producción de los programas masivos, al tiempo que nos muestra los recortes de información perfectamente planeados e intencionales. La invitación, también, es la de no olvidar que el grueso de los pibes de esos barrios, que sufren tanto de la carencia como de la estigmatización social, parecen tener sólo dos caminos a la hora de escribir su futuro: la visera o la gorra. Este choque con las posibilidades más arraigadas en el inconsciente colectivo, debe ser un golpe suficiente para entender que depende de todos construir un futuro con más igualdad de posibilidades.
Por Diego Scarpati
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