
Nuestra opinión: bueno
La Intriga del Tiempo según J. B. Priestley.
La nueva puesta de Matías Gandolfo sabe brillar manteniéndose fiel al original del dramaturgo británico.
"Déjà vu?, o yo estuve aquí alguna vez " ,
de J. B. Priestley.
Intérpretes: Héctor Magnoli, Lara Ruiz, Sebastián Blanco Leis, Julián Caisson, Natalia Masseroni, Gustavo Cenatiempo.
Diseño de iluminación: Ricardo Miro y Matías Gandolfo.
Escenografía y vestuario: Greta Schormair y María Cordero.
Asistente de dirección: Gabriela Kletzel.
Adaptación y dirección: Matías Gandolfo.
Enrolada dentro del ciclo Comedias del tiempo, "Yo estuve aquí alguna vez " es una de las piezas más destacadas dentro de la producción del inglés J. B. Priestley. El dramaturgo trabaja en ella una de sus concepciones más reconocidas, la idea de que la vida no se desarrolla en este presente, sino que, por el contrario, lo excede y posee una continuidad fuera de él en un espacio temporal no reconocible.
En una posada ubicada en la campiña se cruzan inesperadamente el dueño del lugar y su hija, un matrimonio adinerado y próximo a la separación, un destacado director de escuela y un ser sombrío, por momentos patético, un matemático extranjero que parece haber armado todo ese fin de semana en la convicción de que lo que allí habrá de suceder será determinante y confirmatorio de sus teorías acerca de la relación tiempo/condición humana.
En su texto, Priestley no solamente juega con su marca ligada al tiempo, sino que además expone un acendrado oficio a la hora de construir situaciones dramáticas y unos perfiles psicológicos en los personajes que son sumamente intensos.
La versión que concreta el director Matías Gandolfo -"Déjà vu..."-, respeta muy profundamente el original. Su trabajo es muy destacado a la hora de reconstruir una intriga que a lo largo de la acción tendrá un peso fundamental, a la vez que descubrirá una atmósfera cargada de dramaticidad y que, en cada personaje, se irá desarrollando de forma progresiva hasta llegar a un final en el que los mundos individuales terminarán estallando.
Un elenco muy heterogéneo dará vida a esos seres que, habiendo entrado en un campo en el que sus verdaderas personalidades parecen cuestionarse de continuo, pelean por ser aún sus contradicciones.
Se destacan sobre todo Héctor Magnoli (Sam Shipley, el dueño de la posada), Julián Caisson (Oliver Farrant, el docente) y Natalia Masseroni (Janet Ormund, la esposa). Los tres logran definir en plenitud el mundo interior de sus personajes. El resto se ve un tanto inseguro aún, alejados un poco de la verdadera psicología de los seres que recrean, pero eso no empaña una representación que, al cabo de dos horas, tiene buen ritmo y da pie para reflexionar sobre esa realidad que, desde la escena, posibilita el reencuentro con uno de los más importantes autores del teatro inglés contemporáneo.
El vestuario y la escenografía de Greta Schormair y María Cordero son de muy buena factura y describen muy en detalle aspectos de ese mundo en conflicto.
Carlos Pacheco
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